Saturday, August 29, 2020

William Edward Burghardt Du Bois y el socialismo


W. E. B. Du Bois es una de las figuras más complejas de los Estados Unidos, y una de sus más finas inteligencias; parte de esa complejidad proviene de su relación con el socialismo, por su interés particular. En realidad, ese interés es comprensible en el autor, como una estrategia política definida por la beligerancia; con que cual buscaba presionar en el complejísimo panorama político norteamericano, en el que pujaba por el estrato más desfavorecido.

Primero, vale la pena conocer una figura tan llamativa, cuyo trabajo sólo sería emulado en Cuba por el de Fernando Ortiz; en un ejemplo bastante forzado incluso, pues el trabajo de Du Bois era una comprensión de primera mano sobre un problema real, no una abstracción antropológica. Du Bois era negro, y por tanto tenía una comprensión más efectiva del problema que la que pudo tener Ortiz; quien con todo y su enorme esfuerzo, e incluso su propia progresión en ese sentido, era sobre todo un hombre blanco de clase acomodada.

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La comparación no deja de ser forzada por otras razones, como la diferencia entre las culturas negras de Cuba y Estados Unidos; donde la política de segregación de este último, terminaría provocando la formación de un perfil cultural muy específico en su población negra. En Cuba, por el contrario, el carácter integracionista de su cultura, aunque también racista, impedirá una formación tan soberbia como esa; que se conoce por el esplendor del llamado Renacimiento negro, del Harlem de 1920; pero comenzó con la temprana segregación de esta élite intelectual entre su baja burguesía, con una muy sólida formación[1].

En ese espectro, el socialismo que conoció Du Bois era una propuesta políticamente creíble, de legítima beligerancia; que aún tenía que probar, por medio de la experiencia histórica, su naturaleza como contradicción propia del capitalismo. En ese sentido aún, Du Bois era un sociólogo, no un filósofo que pudiera detectar las mil falencias de esa teoría política; y si bien llegaría a manejar la evidencia del problema que significaba la burocracia, esta no llegaba aún a los niveles en que se establece como una falsa burguesía.

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La militancia socialista de Du Bois fue de todas formas complicada, marcada por la defección y su propia individualidad; como cuando en 1912 apoyó al candidato demócrata Woodrow Wilson, siendo obligado a renunciar al partido en 1913. Incluso sus simpatías parecen haber sido de principio y oposición práctica, dado que no muestra filiaciones directas con Carlos Marx o Vladimir Lenin; de los que sin dudas tenía referencias sólidas, dado su propio viaje por la Unión Soviética de 1926, en que notó la pobreza y desorganización.

La primera mitad del siglo XX es el momento de actividad política de Du Bois, y ese es el marco de sus relaciones con el socialismo; marcadas por la operatividad organizativa de la NACAP y su periódico “Crisis”, que lo llevarían incluso a colaborar con el partido Demócrata, el de la segregación. Incluso como universo epistemológico con referencias existenciales, sería él quien las provea para la posteridad con su experiencia; como la tremenda sistematización ontológica de Cornel West, que aprovecha del trabajo de Du Bois como esa referencia, que obviamente no poseía él mismo.

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Tendría que ocurrir el desplome socialista, y la virulencia del fracaso cubano, para que se vean las falencias del socialismo; dadas incluso más por su carencia de intereses prácticos, que por esa inconsistencia de sus principios políticos. En efecto, el socialismo termina siendo la mayor de las contradicciones inevitables del capitalismo moderno; y por eso sus falencias son las del capitalismo corporativo, en la realización autoritaria con que crea su falsa burguesía de administradores.

Nada de eso fue real hasta el tercer cuarto del siglo XX, cuando se evidenció el carácter fatal de la dialéctica histórica; en que la lucha de clases no desemboca nunca en el paraíso obrero, sino que se estanca en la llamada dictadura del proletariado. Hasta entonces, el socialismo se apropiaría de la ontología trascendentalista del cristianismo, incluso en su elaboración más dogmática; que sólo en ese momento evidenciaría la pobreza reflexiva de sus reducciones ideológicas, también tomadas del revivalismo cristiano que emula.

Curiosamente, en las elaboraciones posteriores de West sobre esa experiencia de Du Bois, resaltaría la gran paradoja; de que sea directamente el trascendentalismo cristiano el que aporte la mejor sistematización existencial, justo en la reorganización de la cultura negra. La diferencia, sutil pero capital, radicaría en esa apropiación de la doctrina original por la experiencia existencial del negro; no en su elaboración ideológica —de carácter intelectual— por la tradición idealista, que es lo que distingue al marxismo.

Nada de eso debe ser importante, sino la tremenda densidad de ese trabajo, que Du Bois aporta como ofrenda; en uno de los tratados de sociología más importantes del universo americano, dado precisamente por la modestia de sus pretensiones teoréticas. En efecto, puede que precisamente por la precariedad política, si algo distingue al pensamiento negro norteamericano es el pragmatismo; que si bien con referentes en la nueva intelectualidad del continente, en ellos se reforzaría por su propia precariedad.



[1] . Serían los miembros de la Iglesia Congregacional en Great Barrington, Massachusetts, quienes pagaran los estudios de College du Bois.




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