Wednesday, July 29, 2020

El paralelo estructural de Frederic Douglas y Martín Morúa Delado


Una característica importante en este proceso es el carácter crítico con que los negros se acercan a la religión en Norteamérica; generalmente de adultos, después de cerrarse a círculos bíblica, atraídos por la posibilidad de aprender a leer; en otros casos, incluso este atractivo es sólo un valor añadido, y lo que los atrae es la retórica de un predicador acerca de la libertad. En todos los casos, los negros no son bautizados siguiendo una convención social, sino que son neoconversos; lo cual comporta una experiencia muy específica, por el tipo de exaltación espiritual que brinda y sus respectivos alcances existenciales.

El caso de Frederick Douglas ilustra lo que parece ser una experiencia común, a la que sólo añade su propia excepcionalidad; atraído específicamente por la prédica de…. sobre la libertad, que le lleva a cuestionar la pureza de la fe de los blancos. Esto es curioso, porque se trata de un claro caso de apropiación, que funciona incluso con la misma dinámica del surgimiento del Islán; sólo que más radical porque se vuelve sobre la religión misma, con su renovación antes que en su simple expansión.

En aquel caso, se trata del catecumenado incompleto de Mahoma, que por ello no accedió nunca a Los misterios sacramentales; por lo que Mahoma se limita a la interpretación de la prédica en el ámbito tradicional de la Meca, con la expansión de la fe. No obstante, esa peculiaridad carece del problema de estratificación que enfrenta el cristianismo en los Estados Unidos; donde además se expande como una doctrina convencional, en la que de hecho se fundan la sociedad y el orden político.

En esa situación tan peculiar, la experiencia de conversión de los negros es radical porque los reconoce a ellos mismos en el valor sacrificial del Cristo, la experiencia buscada por los mártires y que se diluye en la teatralidad se sus gestos. Los beduinos enfrentan las abstracciones morales de Mahoma, y los mártires sienten un anhelo existencial de trascendencia; los negros en cambio tienen su propia experiencia, que es existencialmente inmediata, no abstracta ni moral.

En el caso ejemplar de Frederic Douglas, el elemento capital puede ser su propia madurez al momento de la conversión; pues a los treinta años debe contrastar lo que se le predica con la realidad que vive, a diferencia del que nace dentro de su experiencia de fe. Es por eso que incluso en una institución tan convencional como el cristianismo católico, se espera a una edad de confirmación posterior al bautizo; que subraya esta preocupación de la pureza de la fe, aunque no consiga garantizarla, por el condicionamiento progresivo de la tradición.

Es en esta peculiaridad que reside entonces la capacidad existencialmente renovadora del cristianismo negro norteamericano; como ese estado de máxima madurez reflexiva de la humanidad, hasta entonces sólo intuido como la grave dificultad del pensamiento moderno. De ahí el equívoco marxista, al reducir el conflicto al valor moral de la ideología, por su propio ascendiente en el idealismo; que surgiendo en la forma de determinismo, incluso si materialista, no deja nunca esa naturaleza abstracta de su matriz idealista.

El fenómeno es interesante, al reflejar la consumación del movimiento iniciado por al establecimiento del cristianismo; con el establecimiento del cristianismo como ideología, en su condición de doctrina religiosa oficial, con el cierre de la patrística en San Agustín. De ahí la precariedad política de figuras como esta de Douglas, no importa el genio excepcional con que consigan imponerse en su curso histórico; porque precisamente van a contradecir con su propia experiencia, todas las convenciones con que la estructura pretende conservarse en su convencionalidad.

Como el caso de Douglas, en Cuba está el caso de Martín Morúa Delgado, aunque sólo como un indicador; ya que el problema estadounidense se determina en la radicalidad de su determinación primera, en las prácticas segregacionistas. Tanto Douglas como Morúa van a ser fuertemente criticados, por su contraste con el determinismo histórico al que se oponen; poniendo en duda con su sola existencia el mito fundacional sobre el que se organiza la realidad política, como esa determinación histórica.

Frente a ambos, el determinismo histórico blande la figura mítica de Louverture, el héroe de la revolución haitiana; que siendo la primera del hemisferio, como la de Akenatón y la francesa va a marcar el desarrollo de toda otra. En este caso, el mito funde en su función fundacional toda la ambigüedad de su coyuntura histórica; posponiendo en su idealización los problemas concretos, que como una dificultad recurrente va a frustrar siempre la realización de la utopía.

Serán las prácticas esclavistas y hasta imperiales de ese Haití revolucionario, o la impopularidad real del independentismo cubano; o incluso la ambigüedad de la guerra de secesión norteamericana, cuya naturaleza abolicionista fue sólo coyuntural. Siempre va a haber tras de los mitos los mil puntales carcomidos que los sostienen, y que no tendrían que ser problemáticos dada la naturaleza humana de que surgen; pero por la que precisamente perderían esta capacidad de determinación histórica, cargando en la espalda del hombre el peso de su individualidad, que no es moral sino existencial.

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