Sunday, September 27, 2020

Las almas del pueblo negro, en Kindle

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Por debajo de la esplendorosa estructura cultural estadounidense, bulle el mundo que lo hace posible y lo sostiene; que si por lo general forma parte de las estructuras mismas, en este caso se mantiene en una segregación casi puntual. Es esta segregación la que alimenta a lo negro como un mundo autónomo y paralelo, con sus propias determinaciones; que no sólo explica la sufrida y profunda belleza de su cultura, sino que además la enriquece con un desarrollo propio y singular.

Eso es lo que hace tan extremadamente compleja y singular a la cultura estadounidense, hasta el extremo; y la incapacidad para comprender ese mundo sumergido de sus determinaciones, sería lo que impida sistemáticamente la comprensión del fenómeno final de su cultura. W. E. B. Du Bois tiene una estatura titánica, porque ha brindado una de mirada exhaustiva sobre ese mundo sumergido; con la peculiaridad además de que él mismo provenía de ese mundo, y su mirada por tanto no estaba sesgada por el patrocinio.

Eso, por supuesto, es relativo, la formación de Du Bois era europea, y en el momento de mayor fragor ideológico en Europa; pero al menos conocía de primera mano los problemas que trataría, porque eran propios suyos, de su misma vida. En cualquier otra parte, la mayoría de estos acercamientos correría por cuenta de clases superiores; que distanciados de su objeto de interés, los teñirían con sus propios prejuicios, que no son sólo morales sino también de valor político.

Ese no es el caso con Du Bois, que así aporta usa antropología exhaustiva sobre la base de la cultura norteamericana; y no sólo la concerniente a su extensa población negra, sino de esta como esa base que sostiene y alimenta a todo el conjunto. En Cuba no tendríamos nada igual, aunque por razones distintas que las del prejuicio moral sobre la historia; pues si bien es cierto que la estructura cultural hispana determinaría a la cubana en un modo integracionista, no por ello era menos racista.

No es este el lugar para explicar las diferencias de las culturas cubana y norteamericana, pero sí para comprender un aspecto importante de la realidad; que es el modesto pero preciosísimo aporte de du Bois, en este catauro extenso y profundo sobre la realidad de los Estados Unidos. En ese sentido, no puede perderse de vista la perspectiva de du Bois, ideológicamente sesgada por su idealismo; del que deja pruebas constante en sus cultísimas referencias, como un problema menor de la antología.

Sería absurdo que fuera de otra forma, como es absurda la reducción de este trabajo precioso a la mera beligerancia política; sobre todo cuando él mismo tiene un acercamiento sinuoso e inteligente, con una amplia capacidad para la negociación de intereses. Con eso, Du Bois se muestra aquí como un estadista completo, que suscitaría las iras de nuestros inquisidores; pero colocándose en la misma base de la tradición liberal que Martín Morúa Delgado, por ejemplo.

La diferencia entre los dos, aparte de las dimensiones del trabajo, se reduce a las de sus respectivas circunstancias políticas; que determinadas a su vez por la estructura cultural que las determina, los identifica en la agudeza para comprender la complejidad del problema negro. Para esta traducción se trató de seguir un plan no funcionalista, que reduciría lo dicho a un sentido ideológico y racional; sino que se trató de mantener la textura idiomática en todo lo posible, para interferir lo menos posible en la exposición.

Gracias a eso se pudo salvar mucha de la belleza del texto, escrito con la exaltación del simbolismo europeo que lo afectaba; lo que es bueno no sólo por el nivel de cultura que refleja, sino por los elementos que aporta para la comprensión de la realidad. En efecto, el último tercio de este libro es de interés más literario e ilustrativo que los dos anteriores; y pareciera que se trata de Nerval escribiendo una idealizada Aurelia, sólo que tratándose de un negro que escribe sobre lo negro.

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